La mascota de la Copa FIFA 2014 se
inspiró en el tatú-bola, una especie de armadillo que puede cerrar su
cuerpo como un balón y que está amenazado de extinción en la región
semiárida de Brasil, sede de la inminente contienda futbolística
mundial.
La idea nació en 2012 con una campaña en
las redes sociales de la ecologista Asociación Caatinga, que proponía
al tatú-bola (Tolypeutes tricinctus) como mascota del campeonato que se
celebrará entre el 12 de junio y el 13 de julio en 12 ciudades de
Brasil.
La FIFA (Federación Internacional de
Fútbol Asociado) aceptó y bautizó a la mascota con el nombre de Fuleco,
acrónimo inventado de las palabras “fútbol” y “ecología”.
“Se trata de una especie exclusivamente
brasileña, amenazada de extinción”, dijo a Tierramérica el secretario
ejecutivo de la Asociación Caatinga, Rodrigo Castro.
“Vive en un ecosistema poco conocido y
protegido (la caatinga) y tiene la increíble capacidad de cerrarse como
una pelota cuando se siente amenazado, debido a su caparazón flexible”,
añadió.
La caatinga es el bioma semiárido del
Nordeste de Brasil y cubre cerca de 10 por ciento del territorio
nacional, entre 700.000 y un millón de kilómetros cuadrados.
“Nuestra pregunta a la FIFA es simple:
El tatú-bola dio vida al Fuleco, pero el Fuleco no está haciendo nada
por el tatú-bola. ¿Por qué?”: ambientalista Rodrigo Castro
El Fuleco se multiplicó en millones de
muñecos y otros productos con su imagen que comercializa la FIFA
–generando además millones de dólares de ganancias—, exactamente al
revés que el pequeño armadillo, cada vez más raro en su hábitat.
En la lista mundial de especies
amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza (UICN), el Tolypeutes tricinctus está pasando de la categoría
“vulnerable” a la de “en peligro”.
“Esto significa que si no se hace nada,
el animal se puede extinguir en los próximos 50 años”, dijo a
Tierramérica la bióloga y veterinaria Flávia Miranda, del
conservacionista Proyecto Tamanduá.
El Tolypeutes tricinctus es una de las
dos especies de armadillo con la facultad de enrollarse formando una
bola. La otra es el Tolypeutes matacus, presente en varios países
sudamericanos.
El tatú-bola puede medir hasta 45
centímetros y pesar un kilo y medio. Su armadura está compuesta por tres
capas dérmicas osificadas. Se alimenta sobre todo de insectos.
Se estima que ya ha desaparecido 30 por
ciento de su población original. “Calculamos que perdió 50 por ciento de
su hábitat en los últimos 15 años”, subrayó Miranda, también consultora
de la Asociación Caatinga.
La reducción del hábitat es la principal
razón de peligro, apuntó Castro, causada por la deforestación de la
Caatinga y del Cerrado, la vecina ecorregión de sabana tropical que
también habita.
Pero no se puede ignorar la caza. “Se trata de una práctica cultural y tradicional de comunidades rurales”, explicó Castro.
“Todos aprecian su carne. Inclusive
muchos lo matan para venderlo porque cuesta unos 50 reales (unos 23
dólares)” por kilogramo, añadió Miranda.
Un tatú enrollado en su armadura puede caber en la mano de una persona . Crédito: Marco A. Freitas
En vísperas del mundial, el Ministerio
de Medio Ambiente lanzó un Plan de Acción Nacional para la Conservación
del Tatú-Bola de cinco años, elaborado con la Asociación Caatinga.
Se trata de un compromiso público con la preservación de la especie.
“Vamos a trabajar asociados a
universidades y organismos públicos y privados para disminuir la
deforestación y la caza”, explicó Miranda.
El plan estimulará también la creación de unidades de conservación y de reforestación.
Ugo Eichler Vercillo, coordinador
general del gubernamental Instituto Chico Mendes de Conservación de la
Biodiversidad, explicó a Tierramérica que el plan permitirá crear una
“fuerza de tareas” para combatir la caza.
Además, se promoverán acciones para
compensar la pérdida de recursos de las comunidades pobres que capturan
al animal para subsistir, gracias a las proteínas de su carne.
Entre otras iniciativas, se les otorgará
la Beca Verde, una ayuda económica mensual de 100 reales (unos 45
dólares) y se las hará beneficiarias de otros programas sociales y de
transferencia de renta para sectores en extrema pobreza.
Son “poblaciones que viven de lo que
recogen, plantan y cazan” en lugares como el interior de los estados de
Bahia, Pernambuco, Piauí, Ceará y Rio Grande do Norte, explicó Vercillo.
Esos habitantes de pocos recursos en
áreas de difícil acceso codician el tatú-bola “por no tener otras
fuentes de proteína”, señaló.
En 2013 la Asociación Caatinga, la UICN y
The Nature Conservancy pusieron en marcha el programa “Yo protejo al
Tatú-Bola”, destinado a reducir el riesgo de extinción.
“Nuestro proyecto, estimado en 10 años,
mapeará las áreas de presencia natural e histórica y recolectaremos
datos de amenazas para trabajar sobre ellas”, explicó Miranda.
Echar a rodar al armadillo brasileño en
las canchas de la Copa FIFA busca convertirlo “en una especie de símbolo
de la preservación de la caatinga, y de otras especies de la fauna y de
la flora que la habitan”, recordó.
La FIFA adoptó al tatú-bola como mascota
por considerar que ayudará a “aumentar la conciencia en Brasil sobre la
vulnerabilidad” de la especie.
Pero Castro espera algo más de la FIFA.
“Nuestra pregunta a la FIFA es simple: El tatú-bola dio vida al Fuleco,
pero el Fuleco no está haciendo nada por el tatú-bola. ¿Por qué?”.
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